fbpx

Constancia, signo de fuego, talento y suerte. Cóctel perfecto por el que Javier Pagola (San Sebastián, 1955), ha conseguido algo nada fácil, vivir del arte y aún más, ser admirado en su país

Javier Pagola

El artista Javier Pagola posa en su estudio de Madrid. Fotografía: Raquel Merino

Te conocí pintando” decía su madre, mujer poco cariñosa recuerda “era maravillosa pero muy dura con sus hijos, nada le complacía. Eso marca”, confiesa Pagola que nació con el lápiz en la mano, como quien dice, pero en la pubertad se despistó completamente. “Soy el producto de una sociedad en la que no era prestigioso ser artista y si sabía dibujar, la mejor opción era ser arquitecto, se suponía”. Tras dos años exigiéndose mucho, la asignatura de dibujo fue la flecha que le dió la clara indicación de que valía para esto. “Me puse a dibujar como un loco, sin parar”.

Un flujo constante de inspiración a la que dió rienda suelta durante un año en el colegio mayor, capacidad prodigiosa que siempre le ha acompañado. “Puedo generar continuamente, es una manera de estar, yo dibujo como respiro, podría estar todo el dia dibujando, me atrapa”, asegura Pagola 

De cabeza al abismo

 

Dejar la carrera en Madrid, decirlo en casa y poner rumbo a San Sebastián, sin titubeos. “Cuando he tomado decisiones serias en mi vida lo he hecho bastante a pelo. Tras decirlo en casa lo normal era reciclarme en Bellas Artes, pero ya tenía  mucha formación y sobre todo,  en ese momento Bellas Artes estaba más floja conceptualmente hablando que arquitectura, ahora ha cambiado mucho”.

Un año estudiando filosofía y probando a introducirse en el mundo del arte, tiempo suficiente para comprobar que en este caso, el dicho siempre se cumple. “Si quieres triunfar en tu pueblo tienes que salir. Me fui a Madrid sin nada, y me siento orgulloso de haber dormido en el metro varias noches. Nunca he tirado de amigos, para lo esencial siempre he estado solo y me he acostumbrado”.

 

“Si me empeño lo consigo”

 

Asegura ser un aries auténtico y no perder el tiempo en problemas, los resuelve actuando. “Soy rápido en todo, en mi vida y en el dibujo, disfruto con nuevas ideas, nuevos retos, quizá por eso he vivido experiencias maravillosas sin buscarlas, todo surge cuando es el momento”.

Pareja estable y rumbo a Cuenca. Era el momento de vivir su época dorada. “Mi pareja y yo decidimos irnos a Cuenca, a pelo nuevamente. Había gente muy interesante y empecé ahí mi carrera, encontré mi estilo. Fue una ciudad estupenda, con una panda de gente muy bonita, triunfé tanto que me asusté. La provincia me da miedo porque te quedas ahí, aunque salgas en los medios no llegan a Madrid”.

Momento de dar otro paso atrevido en su historia, pero esta vez, no tan a pelo.  “Estaba consagrado en Cuenca pero volví a Madrid y empecé de cero. Era mentira, no empezaba de cero, ya tenía un bagaje, relaciones que sabía cómo tocarlas. Empecé a vender, estar presente en buenas galerías, recibí becas, premios. Lo de Madrid fue como un petardo”.

“En España hay un odio a la cultura”

 

Casa señorial en Madrid, dos hijos y éxito en su trabajo, parecía tenerlo todo, pero la realidad casi nunca es lo que parece. “Estaba aburrido, me sentía solo. En ese momento salió una beca a Roma de un año, me la dieron. Con permiso de mi pareja, me fui a la academia española de arte en Roma con los mejores estudios de pintura que he visto en mi vida, Un estudio en el que veía todo Roma. Dos torreones, yo en uno y en el otro una pintora  guapísima. Tonteamos el primer trimestre y el segundo lo vivimos si o si. Pensaba cortarlo al acabar pero fue imposible, al volver a Madrid era imparable. Una decisión brutal, la vida se me complicó pero también se enriqueció”.

Madrid, París, Berlín, son algunas de las plazas en las que el Pagola ha sabido jugar sus cartas adaptándose al terreno, porque el arte no tiene fronteras pero el público es otro tema. ”Cuando he salido por Europa me ha impresionado el nivel de cultura que hay comparado con España, aquí no leen, la gente lo que quiere es divertirse y no instruirse. Desde Felipe II es un odio a la cultura, la mayoría no sabe nada de arte pero me encanta España, vivo aquí y estoy super a gusto pero hay que tener la experiencia de fuera. Yo la encontré sin buscarla y ahí me he dejado llevar por el río de la vida, no he forzado lo que ha venido, lo ha hecho en su momento. Ahora pienso en New York pero no voy a forzar nada».

 

“La pintura para mi es enfriar el dibujo” 

 

¿Cómo defines tu obra?

Tanto en dibujo como en pintura mi obra es figurativa rozando la abstracción. Soy un pintor figurativo pero no realista. Lo que sí me diferencia es un cierto psicologismo, de alguna manera las figuras te dicen algo, te requieren, o muestras ironía, sorpresa. Ese psicologismo yo no lo veo en artistas españoles. Con el arte quiero conseguir lo que decía Paul  Klee. “el arte es hacer visible lo invisible” eso me fascina.

¿Qué ha influido en tu trabajo?

La pintura antigua de Pompeya al Renacimiento y el Barroco. Mucho de mi lenguaje está influido por las vanguardias; cubismo, dadaísmo, suprematismo… está incorporado en mi trabajo. El otro dia me decían que tiene algo de Miró, pues sí, también de Picasso que me encanta. Se supone que haces un mixto y sales tú. Pero el que realmente me ha influido sin lugar a dudas es Goya, en todos sus dibujos está presente esa psicología. 

¿Cómo es tu proceso creativo?

Mi manera de trabajar es rápida, pero en algunas obras tiene que haber un acuerdo entre el planteamiento y la frescura, y eso me cuesta mucho. La mayoría, de un boceto hacen un cuadro, yo jamás, no hago bocetos para un cuadro, lo hago directamente como hacían en las cavernas, me siento, veo esas manchas y voy detrás del azar con inocencia, porque todos vemos lo que somos, yo veo lo que llevo dentro, ese es el juego. Después, si quiero ser un histérico lo remato en cinco minutos, pero en un lienzo grande no es así, está más preparado, tengo que saber que formato, dibujo, colores, crear una base para luego improvisar. 

¿Tienes momentos de bloqueo y obsesión?

No me obsesiona la pintura en sí, pero en el momento que te profesionalizas es más complicado y te surgen las típicas dudas:  ¿dónde estoy?,  la obra no es buena, no me hacen el caso que pensaba en la galería…un comecocos por el que pasamos todos. Es una lucha constante.


¿Trabajas con galerías o vas por libre?

Llevo toda mi vida en galerías, pero no tengo exclusividad. La galería es el filtro, en el estudio me gusta recibir a la gente, aunque a veces es pesado porque regatean, hay mucho amiguismo y se presta a eso. En Berlín no pasaba, puse mis precios y me aconsejaron quedarme callado porque, la mala venta empieza cuando tú hablas. Probé y funcionó de maravilla. Aquí no funciona, en el mundo del arte regatean.

¿Es buen momento para el arte?

Creo que es muy bueno porque ha cambiado todo mucho. Cuando empecé la pintura era muy valorada, después avanzó a algo conceptual, las performance y los pintores caímos en el desprestigio. Ahora hay que filtrar, y para entender hay que mirar mucho y cultivarse. La ventaja es que tu obra llega a todas partes a través de las redes, pero también lo complica, ya no es fácil sorprender con tu trabajo y lo que realmente lo hace difícil es la cantidad de pintores que hay. Nosotros éramos trescientos ahora son trescientos mil, la competencia es tremenda.

¿En qué proyectos trabajas?

Estos días estoy exponiendo en la galería Espacio Mados, una exposición colectiva. Después hay varios proyectos en el aire como exponer en el Círculo de Bellas Artes en Madrid y también una individual en San Sebastián, mi ciudad, cosa que me hace especial ilusión. 

 

Related Articles

Related