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Parar, observar, dejarse llevar es lo que aconseja el artista para lograr entender o interpretar sus obras.

Aquí no funciona esa inmediatez que parece imponerse en las nuevas formas de comunicarse, aquí prima la quietud y la tranquilidad necesaria para gozar de ese placer estético que proporciona cualquiera de sus obras, sin necesidad ninguna de reconocer lo que vemos, simplemente estar dispuesto a disfrutar en un viaje lento por ese mar de personajes, unirte a su baile y elegir bando en uno de los grupos sin caer en la tentación de quedarte sentado, impasible en una de esas sillas que seguro encuentras a tu paso. “Me gusta que el público participe  y dé su opinión, no quiero darlo todo hecho”, advierte Barón.

Un público al que quizá despiste esa explosión de color y aparente optimismo, cuando realmente esconde un mundo reaccionario, algo excéntrico y  desordenado con personajes perfilados que buscan un sitio, pero hace tiempo que lo encontraron en las pinceladas de Barón, que supo reconocer muy pronto cuál era su estilo. “He probado otros juegos artísticos pero éste era el prioritario”. Un estilo que muchos asemejan a Basquiat, Keith Haring, Warhol, y la vanguardia italiana.

 

“De Bellas artes no salen artistas, salen profesores”

 Pero él es uno de los que han conseguido que su nombre vaya precedido por el título de artista y sus obras se valoren al alza. “El arte es como el golf, al principio es fácil, recibes buenas energías, tus amigos compran tus obras…después los escalones son cada vez más dífíciles de subir”, confiesa Barón. 

Su don para el dibujo, su precocidad, a los 7 empezó a pintar y a los 14 concursaba. Su buena suerte para estar en el momento adecuado con la persona adecuada, han sido algunas de la razones que le han llevado a ser uno de los artistas elegidos por la prestigiosa Galería Marlborought. “El padre de uno de mis mejores amigos era íntimo de Luis Gordillo, y desde los 15 tuve relación con él. Me facilitó hacer una exposición pequeña en la Marlborought, después otra y así ha ido fluyendo”, asegura.

 

“Una forma de conocer mi obra, es conocerme a mí”.

 

Ante la pregunta de qué supone estar en una galería de ese nivel, no duda en ver todas sus ventajas, que son muchas, pero como todo, también tiene sus inconvenientes. “La galería se encarga de la promoción, catálogos, transporte…y en teoría intentan vender tu obra, al igual que la de otros 25 artistas más, entre los que se encuentran consagrados como Manolo Valdés, Juan Genovés, Botero, con obras que pueden llegar a venderse en  500 mil euros. Las energías se gastan en ellos mucho más que en tí”, asegura Barón. 

Su estudio en Madrid, es lugar de creación y encuentro con compradores que quieren conocer su obra y también a él. “Me gusta la interacción, una forma de conocer mi trabajo es conocerme a mi. Es otra de las cosas que no ocurren en la galería, donde el nivel de elitismo de los compradores no permite una interacción con ellos, lo único que quieren es la obra, el creador les da igual”.

 

“Cada cuadro me lo tomo como una película”.

¿Cuál es el principio y fin de un Barón?.

Cuando pinto me rijo siempre por la formas, los colores. Pienso en esas películas antiguas en las que salía un niño con su abuelo y le decía: “Ves este trono, esta navaja, pues aquí dentro hay un búho”.

En cada cuadro busco un argumento y voy desarrollando una historia que acaba con formas en  20 viñetas.

¿Qué intentas transmitir con tu obra?.

Lo que intento es que tengan un argumento abierto, que cada uno interprete lo que quiera. Hace tres años hice la inauguración de la  segunda exposición,“Boom”, allí estaba una señora de 90 años que me explicó mis cuadros como nunca lo he podido hacer yo en mi vida, era la ex secretaria de Borges. Ella me hablaba de lo humano, de las escalas sociales que hay en el mundo y que ve en mis cuadros. Me quedé con ganas de más, quise contactar con ella pero nunca me dió su teléfono.

¿Que opinas de la crítica?.

No hay crítica en estas sociedades, hay crónica y complaciente permanentemente. Antes un artista en los 90, de cualquier disciplina, acaba en el infierno por la crítica de un señor del País. 

 

¿Cual es la reacción del público que aún no conoce tus obras?

La primera impresión en un choque, es lo que provoco, un salto al ver algo que no se esperaban. Tenemos una cultura en la que sólo se comprende lo realista, lo que identificas. Ahora mucha gente quiere entender lo que pinto, necesitan que les de una pauta. A lo mejor me equivoco y la superficie no tiene que ser un lienzo, a lo mejor la visión sería más clara en un muro o fachada de un edificio, como uno que he visto al lado de la Plaza Mayor. Podría pintar una cosa de estas, pero creo que la mitad de Ciudad Real me pegaría unas collejas.

¿Pintura, escultura, dibujo, teatro…qué faceta artística te define mejor?

 Últimamente me gusta más la escultura, es un trabajo más social. La pintura es soledad y acaba pasando factura, estas solo y dejas de estar con alguien. Antes me pasaba 15 horas tallando, ahora es diferente, vas a una fundición donde pasas etapas. Terminas haciendo un producto con un idea consensuada entre 6 o 7 personas más. El tema del teatro, en el que llevo 15 años con la compañía “Casa de Pájaros”, lo inicié para tener una vía de escape.

¿Cuales son tus proyectos inmediatos?

Celebrar los 50 con una exposición aquí y otra en Albacete, pero no sé si al final saldrá, en todo caso sería para el próximo año. También he dejado pendiente unos proyectos de fundición para los próximos meses.

 

“Llevo unos años con una pelea manchega”.

 

Joaquín se fue joven de Ciudad Real, pero nunca ha roto ese vínculo con La Mancha,”La persona se hace y me siento manchego y madrileño. Hace dos o tres años que tengo una pelea manchega y quiero salpicar a todo el mundo.  Estoy hasta las narices de que La Mancha la dirija gente de fuera de La Mancha, hasta las narices de que el Festival de Almagro lo dirija gente de fuera, de que los concursos importantes los ganen gente de Madrid, elegida por gente de Madrid, con jurado de Madrid, seleccionado por gente de Madrid. Somos una moneda de cambio de gente que es de Madrid y viene aquí para hacer cosas que les ayude a escalar puestos cuando por fín dejen La Mancha”.

 

“A base de favores, convertimos nuestra cultura en algo donde lo nuestro no se valora en absoluto”.

 

Joaquín se indigna, y con razón, al ver el desinterés de la gente de esta tierra por defender y ensalzar lo que es suyo. “Es el momento de que los manchegos se pongan a dirigir su propia vida, que nuestras generaciones con formación sobrada, podamos hacer algo. Somo mayores de edad, vamos a  intentar que nuestra cultura la desarrollemos nosotros, y exportemos, igual que aceite y vino, Arte”. 

 

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