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El coro de ‘Nabucco’ en el Teatro Real – JAVIER DEL REAL –

Más de 150 años después, ha regresado al Teatro Real este martes 5 de julio la ópera ‘Nabucco’ y lo ha hecho a lo grande, con un bis para el famoso coro de ‘Va pensiero’ después de arrancar por más de cinco minutos los aplausos del público del coliseo madrileño y algún ¡viva Verdi! desde la zona de butacas.

El momento del bis se ha producido en el tercer acto de la ópera, convirtiéndose en el primero que hace el coro desde la reapertura del Teatro Real en 1997. Antes, Leo Nucci con ‘Rigoletto’ en el año 2009 inició una tradición que ha provocado bises en la última década de cantantes como Javier Camarena, Lisette Oropesa o Sondra Radvanovsky.

En ‘Nabucco’ el coro ocupa un papel primordial y, en concreto, en ‘Va pensiero’ se da voz a los oprimidos con el célebre Coro de los esclavos. Pese a que se ha hecho de rogar este momento –la gente incluso ha golpeado con los pies el suelo para ampliar la petición al grito de ‘bis, bis’–, a la conclusión del segundo coro de los esclavos se han escuchado varios ‘gracias’ de los espectadores.

Esta obra –que en su estreno en Madrid ha contado con asistentes como la esposa del presidente del Gobierno, Begoña Sánchez, o la Fiscal General del Estado, Dolores Redondo— convirtió a Giuseppe Verdi en un héroe nacional inesperado gracias a la historia del pueblo judío oprimido frente al poderoso imperio babilónico, que en Italia la hicieron suya.

A priori, este libreto de un suceso histórico era un texto más, que incluso fue rechazado de primeras por Verdi –el compositor, que ni de lejos tenía la fama que alcanzó después de este estreno, no quería seguir escribiendo música tras una fuerte depresión por la muerte de su mujer–, pero el contexto del momento lo elevó prácticamente a revolución popular.

«La asociación entre la angustia del pueblo judío oprimido y la indignación del pueblo italiano acallado por las fuerzas de ocupación resultaba favorecida por el hecho de que Milán fuera en la época un polvorín de conspiraciones contra la dominación extranjera, alimentada desde el exilio por patriotas como Mazzini y Garibaldi», explica el director artístico del Teatro Real, Joan Matabosch.

El hecho de que el día del estreno alguien entre el público terminase gritando ‘Libertad para Italia’ fue definitivo para el impulso nacionalista de esta obra. Y Verdi se erigió en el compositor del Risorgimento, alcanzando un éxito que no se veía desde la época de Rossini.

Quizás por ello, el director escénico Andreas Homoki –a pesar de que la escenografía no haya sido tan bien recibida por una parte del público– ha decidido trasladar la trama al siglo XIX, como una «lucha entre la tradición aristocrática europea y el movimiento liberal revolucionario». Y el resultado en las tablas es ese contraste del que se habla de los vestidos suntuosos de la clase alta austrohúngara frente al ‘povero popolo’ italiano.

Con un escenario sobrio, sin grandes alardes técnicos, ‘Nabucco’ va dejando espacio para un coro que, por primera vez en mucho tiempo, se hace con el protagonismo de la obra. Y, de hecho, uno de los momentos más esperados por el público ha sido ese ‘Va pensiero’ que se convierte prácticamente en el cénit de la ópera.

Tal y como se recordó en la presentación de esta obra, es inevitable pensar en la actual situación del conflicto entre Rusia y Ucrania con este canto del coro. ‘Va pensiero’ se ha convertido con el paso de los siglos en un símbolo de la resistencia a través de una melodía que parecía escrita para un único solista.

LA FAMILIA CONTRA EL PUEBLO

Pero ‘Nabucco’ es algo más que esta historia de liberación y eso también ha quedado patente en el estreno de este martes, con dirección musical de Nicola Luisotti –otro de los grandes ovacionados por los presentes-. La subtrama también habla de un conflicto familiar en el que un tirano termina por darse cuenta de la inevitabilidad de la caída de su imperio a través del enfrentamiento de sus hijas.

Y es asimismo una historia de amor enrevesada, puesto que el propio Nabucco –interpretado por Luca Salsi, muy aplaudido también por el público– intentará frenar la pasión de una de sus hijas por el cabecilla de los enemigos de su pueblo. Anna Pirozzi en el papel de la otra hija, Abigail, ha acaparado las ovaciones finales de los asistentes.

En definitiva, es la historia de un desmoronamiento familiar a la par que el de un mundo tiránico y explotador, un mundo «inmerso en una profunda transformación»: del sistema politeísta de los babilonios a la visión monoteísta del mundo de los hebreos.

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