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¡Qué fascinante es Mongolia!

Menudo comienzo de texto… pero es totalmente cierto, no hay otra forma de empezar a hablar de este país.

En Mongolia vas a sentir cosas que no podrás sentir en ninguna otra parte del mundo. Y, ¿por qué? Porque es el país menos poblado del mundo. En Mongolia hay 4 veces más cabezas de ganado que personas. Esto es lo que, bajo mi punto de vista, hace a Mongolia un sitio especial.

Todo en este país es más puro (y a la vez duro) que en el resto del mundo. Hay menos gente, por lo que hay menos contaminación, menos consumo, menos aglomeración (me he expresado mal: ¡no existe la aglomeración!). Es una auténtica pasada…

En Mongolia no es posible viajar de hoteles, a veces ni siquiera de hostels, ya que no hay oferta. De los 3 millones de habitantes del país (España tiene 40.000 millones y es 5 veces más pequeña en extensión…), la mitad vive en la capital: Ulán Batar. El resto del país está habitado por escaso millón y medio de personas. Esto hace que todo lo bonito y fascinante de lo que os voy a hablar, sólo lo podamos encontrar fuera de la ciudad.

Si nos referimos a Ulán Batar, tan solo encontraremos una ciudad gris, fría, contaminada y llena de gente rural en busca de oportunidades que rara vez llegan. Eso sí, si lo que queréis es comer comida occidental, beber café o comprar en centros comerciales, solo lo podréis hacer aquí. Como no es esto lo que a mí me interesaba, pasé la mayoría del tiempo fuera de la capital, recorriendo el lado salvaje del país en moto, con una tienda de campaña, un infiernillo y mi hermano como compañero de viaje.

Hicimos casi 3000 kms, de Ulgi, la capital del oeste, en la frontera con Rusia, hasta Ulán Batar, donde teníamos que devolver la moto. Fueron 15 días de aventura en toda regla, creo que por esto recuerdo Mongolia como uno de los mejores países de mi viaje. Cruzamos ríos con el agua por la cintura (yo andando con las maletas encima y mi hermano conduciendo la moto de tal forma que el agua no entrara por el tubo de escape. Toda una proeza), nos caímos varias veces por la mala condición de las “carreteras” (llamar carreteras a las vía pecuarias de Mongolia es ser muy muy generosa…), dormimos todas las noches en mitad de la nada más absoluta, con el cielo más bonito que jamás he visto, cero contaminación lumínica y acústica, compartimos con familias mongolas en sus yurtas y con su ganado, y vimos unos de los atardeceres más espectaculares del mundo. INOLVIDABLE…

El haber hecho nuestro Mongolia Dakar personalizado, ha sido una de las experiencias más extremas de mi vida.

Pero vuelvo a lo de “duro”… porque sí, es precioso, pero también quiero hablaros de la parte mala. Viajar en moto tiene sus cositas, y si encima es atravesando Mongolia, pues más aún. 

Cuando llueve, te mojas, y luego no tienes ningún sitio caliente donde darte una ducha o cambiarte. Si hace viento, tienes que luchar contra él y acabas muy muy cansada de ir haciendo fuerza constantemente. Después de todo el día viajando, acabas llena de polvo (como os he dicho antes, las carreteras de Mongolia son caminos de cabras sin asfaltar) y no puedes lavarte en condiciones, como mucho darte un baño en algún río o lago que te encuentres. Pero creo que lo más duro de todo es el dolor de cuerpo con el que acabas después de horas en la moto. Si vas por carretera te duele todo porque no te puedes mover por la velocidad con la que viajas, y si vas por caminos, te duele TODO porque vas dando saltos constantemente.

 

Personalmente, el haber hecho nuestro Mongolia Dakar personalizado, ha sido una de las experiencias más extremas de mi vida, pero mereció completamente la pena. Nos permitió conocer a los mongoles. Un pueblo que aún en el siglo XXI sigue siendo nómada y viviendo en yurtas, casitas que montan y desmontan allá donde hay comida para su ganado, su medio de vida. Me parece fascinante que esto siga pasando. Que haya gente que viva así, en casitas hechas con lana y una lona de plástico en mitad de la estepa mongola, a -40º en invierno. Gente que solo coma la carne que matan de su ganado porque no les es posible cultivar nada (por un lado, en invierno se congela todo y no deja crecer nada, y por otro, cada x tiempo, tienen que moverse de un sitio a otro para que su ganado pueda comer, tendrían que abandonar el cultivo). Gente que vive sin tele, ni radio, ni calefacción, ni agua corriente, ¡ni nada!

Y aun así, cuando te ven por el camino, te paran para invitarte a un té (seguimos con el té salado y con leche de yegua fermentada…. una exquisitez…), a cenar, o incluso a dormir. Pero lo que realmente quieren es pasar un rato contigo, ya que encontrarse con un turista pasando junto a su yurta es lo más cercano a la civilización que tendrán en mucho tiempo.

Qué sensación tan extraña y bonita, que gente que no conoces de nada, ni con la que te puedes comunicar, te abra las puertas de su casa y se sienta afortunada de estar contigo. Cuánto tenemos que aprender en occidente…

EL DESIERTO DEL GOBI

Por otro lado, y esta vez en un 4×4 junto a un amigo que encontramos en la ruta: Giampiero Giandolfo, un grande donde los haya (¡está dando la vuelta al mundo en su 4×4 con 67 años!), fuimos a visitar el gran Desierto del Gobi. Esta fue otra aventura, aunque esta vez un poquito más cómoda porque contábamos con un coche, por si nos llovía por la noche…

Resultó que fuimos afortunados y llegamos al desierto a la semana de haber terminado las pocas lluvias que el desierto recibe al año, y por eso pudimos ver extensiones enormes de pasto nuevo, que daba de comer a grandes manadas de camellos salvajes.

El desierto también nos puso a prueba. Una de las veces, nos quedamos atascados con el coche en el barro que habían generado las lluvias, y no éramos capaces de sacarlo… tuvimos que dar lo mejor de nosotros para poder salir de ahí.

Hay que ver, ¡Cuánto se aprende viajando!

 

CURIOSIDADES

El deporte nacional de Mongolia es el tiro con arco desde el caballo. Son especialistas es lanzar flechas y clavarlas en una diana mientras cabalgan a bastante velocidad con el caballo. Es increíble ver el control que tienen del caballo usando solo las piernas, y la puntería que tienen estando en movimiento.

La moneda mongola es el Tugrik, y tiene un valor tan bajo, que no tienen monedas, tan solo billetes. Llevas un fajo de billetes que te hacen sentirte rica, pero al cambio pueden ser escasos 20€.

CONCLUSIÓN:

Mongolia es el país en el que mejor podrás desconectar del mundo, de la gente y de la sociedad que nos rodea.

 

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