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Tengo que reconocer que no soy muy fan de la remolacha. Pero en Instagram vi un plato con ella que me inspiro mucho y últimamente estoy abierto a dar nuevas oportunidades a productos que no me gustaban tanto hace años. Y me estoy dando cuenta de que en todos ellos influye la forma de cocinarlo y el como lo acompañes. En este caso la remolacha con el queso azul es un equilibrio perfecto de sabores.
Las especias que le pongo al finalizar el emplatado las podéis variar con lo que tengáis en casa o con alguna hierba aromática.

Ingredientes:

Un manojo de remolacha fresca 
100 gr de queso azul
200 ml de nata para montar (35%mg)
Sésamo. (En este caso yo sésamo wasabi)
Kala namak (sal de huevo frito)
Granada

Las hojas de la remolacha no las tiréis. Podéis utilizarla para vuestras ensaladas.

Elaboración:

Cortamos los tallos a las remolachas y lavamos bien bajo el grifo del agua. Si queda tierra le podéis dar con un cepillo.
Envolvemos cada remolacha individualmente con papel de plata y metemos al horno a 185ºc.

El tiempo dependerá del tamaño de cada remolacha. Las mías eran mas bien pequeñas y en 1 hora estaban tiernas. Esto se sabe pinchándolas con un palillo. Las dejamos enfriar y reservamos en la nevera.

Para la crema de queso:

Llevamos a ebullición la nata junto con el queso. Si vemos que nos queda algún grumito podemos darle con la batidora.
Dejamos enfriar y llevamos a la nevera hasta su uso.

Montaje del plato:

Montamos con unas varillas la crema de queso hasta que coja consistencia (tiene que estar bien fría) y metemos en una manga pastelera para servirla fácilmente.
Pelamos las remolacha (la piel sale sola) y cortamos en rodajitas finas. La distribuimos en el plato.
Hacemos montoncitos de la crema de queso.
Espolvoreamos el sésamo y la Kala namak y terminamos con unos granos de granada y algún pétalo de flor.

¡Que aproveche!

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